Iggy Pop live in London
A las nueve y veinte minutos aparecieron La Iguana y sus muchachos; lo hicieron sin previo aviso, como de la nada. En un principio, un servidor confundió a Williamson con uno de los pipas. ¿De dónde salió? en serio; como decía, aparecieron brutalmente, como su música. Un puñetazo en la mesa y allí estaba Mister Osterberg con los “Chiflados” machacando, tan árida como siempre: “Raw Power”. El tío no se quedó contento con tan salvaje presentación y nos apuñaló, casi sin pausa entre ellas, con “Search and Destroy” y “Gimme Danger”, ambas comandadas por un seguro y contundente James Williamson.
Y entonces sí, un saludo al respetable, ya con el torso al aire enseñando medio de su raquítico culo. Y tras los “hellos” y los “hi rich people” dedicado a los que estábamos sentados en el anfiteatro, La Iguana invitó a los de clase media (como él los llamó) a subirse al escenario.Y vaya si lo hicieron. Aproximadamente cincuenta personas del público más fiel saltó al escenario; cincuenta personas que bailaron, cantaron, tocaron y abrazaron a Iggy mientras como buenamente podía cantaba “Shake Appeal”. Una vez acabada esta y mientras se lanzaba a por “Your Pretty Face is Going to Hell” el escenario fue despejado para que el de Detroit se luciera con la mítica “I Wanna Be Your Dog” Y aquí es donde apareció el verdadero Iggy Pop, el Iggy que todo el que va a un concierto de The Stooges quiere ver.
Se puede pensar que a su edad, sesenta y tres tacos, resulta caricaturesco. Hablo de sus saltos enfermizos y de su anárquica manera de bailar; de cepillarse al altavoz y de sus felaciones al micrófono; hablo de tirarse al suelo y de lanzar al aire el pie de micro (una de las veces golpeó con él al saxofonista Steve Mckay ) ; hablo, en resumen, de todo lo que le hizo ser un animal de escenario,.hablo de La Iguana.Y lo curioso es que para nada resulta caricaturesco. Si voy a ver a The Stooges no quiero ver a un crooner sentado cantando reinterpretaciones de sus hits. Eso se lo dejamos a Lou Reed. Si voy a ver a Iggy, reunido de nuevo con la banda y de gira tirando de “Raw Power” y “Fun House” quiero ver a Iggy. Punto. Pídele a Angus Young que se controle porque ya no tiene edad para hacer el paso del pato; o a Keith Richards que vista con propiedad y de paso que no desafine; pídele a un perro que no ladre; pues eso, no le pidas a Iggy que no sea La Iguana, no sabe ser otra cosa.
Y siguiendo con lo que a temas se refiere, tras la explosiva y bien sudada primera parte, vino la que para mí fue la mejor de la noche: “I Need Somebody”. La voz de Iggy Pop sonó profunda, cálida, ácida y directa: temazo. Por supuesto no faltaron “Death Trip” y “Cock in my Pocket”, aunque el que escribe no le perdona que no cantara la que en mi opinión es su mejor canción “Down on the Street”.
“Fun House” resultó un poco caótica y mágica a la vez, arrastrada por el saxo tenor de McKay que sonó como sonaba su saxo en 1971, punzante y a veces jazzy: “Dirt” oscurísima y “L.A.Blues” divertida y correcta, nada más.
No sonó nada del disco que grabaron en 2007 tras reunir a la banda original “The Weirdness”, ni de su carrera en solitario, (bien hecho).
Y tras una sugerente “Penetration” llegó el final con “1970”, una maravilla gamberra perfectamente llevada por Williamson.
Pero claro, Los Stooges se guardaban un bis. ¡Y coño, cómo les sonó “Loose” para despedirse! A estas alturas el público, empapado y exhausto danzaba al son del maestro de ceremonias que a las once en punto, semidesnudo y empapado en sudor, agua y algún que otro escupitajo, tardó un par de minutos en dejar el escenario. Se marchó renqueando como sólo él sabe, andando lentamente mientras sus pantalones acababan de mostrar su famoso trasero. Teatro, aridez, historia viva y rock honesto. Hasta la próxima Señor Osterberg.
César “Máyor” Mayordomo.