Trémolos
El trémolo es uno de los efectos más antiguos y, como muchos de estos, surgió como un intento de simular fenómenos auditivos “naturales”, al igual que la reverb o el eco. Uno de las primeras unidades de trémolo que se fabricaron como “efecto independiente” fue la DeArmond, que empleaba un complejo sistema mecánico para conseguir esa característica oscilación cíclica del volumen. Sin embargo, fue la inclusión de este efecto en algunos modelos de amplificadores lo que facilitó su difusión masiva.
El trémolo empleado en los amplificadores empleaba circuitos a válvulas, y no fue hasta mediados de los años 60 cuando Fender introdujo un circuito de trémolo basado en transistores -el que incorporaban los modelos Blackface y, posteriormente, los Silverface-. La complejidad de estos circuitos, en el sentido del empleo de válvulas y transformadores, dificultó o al menos retrasó la “exportación” del efecto al formato pedal. Por otro lado, la inclusión del efecto como añadido de los amplis Fender provocó una confusión que, aún hoy, perdura.
Parece ser que Leo Fender introdujo un circuito de trémolo en alguno de los modelos de sus amplificadores, pero dándole el nombre de vibrato y asociando su nombre con el efecto (Vibrolux). Esta confusión siguió patente cuando a la palanca de las guitarras se le denominó durante mucho tiempo, palanca de trémolo. La diferencia entre los dos efectos es sencilla de reconocer. El trémolo hace oscilar la amplitud de la señal (el volumen) mientras que el vibrato oscila la frecuencia. Para entendernos, con el trémolo la nota que tocamos suena más y menos alta (en volumen) mientras que con el vibrato obtenemos una variación (en tono) de la nota que suena. No era tan difícil ponerle el nombre correcto, ¿verdad, Sr. Fender?
Entonces ¿qué es un trémolo?
Después de esta diferenciación, podemos definir un trémolo como el efecto que permite obtener una variación cíclica del volumen de una señal. Sin embargo, esta modulación periódica puede estar llena de matices que le darán un carácter completamente distinto al sonido de la guitarra. Para adentrarnos con más profundidad en los controles que nos van a permitir modular el sonido a nuestro gusto, necesitaremos conocer la arquitectura general de un circuito de trémolo.
Básicamente, el circuito requiere de un oscilador (LFO, Low-Frequency Oscillator, Oscilador de baja frequencia), de una etapa de audio y de un sistema que acople ambos procesos. De esta forma, introducimos una oscilación controlada en la señal de audio que nos permitirá modularla en volumen.
El LFO puede estar basado bien en transistores, al estilo del circuito más comúnmente empleado en los amplificadores Fender, o bien en IC (circuitos integrados), sistema relativamente moderno. De la misma forma, la etapa de audio también puede basarse en transistores o en IC. La calidad del sonido final y las posibilidades del efecto dependerán en mayor medida del diseño del circuito que de en qué tipo de arquitectura esté basado.
La forma en que ambas etapas se acoplen también influirá en el resultado final. Podemos hacerlo directamente (en sistemas “oscilador basado en transistores” – “etapa de audio basada en transistores”, por ejemplo) o emplear un optoacoplador (o dispositivo LED-LDR) Con este último sistema lo que conseguiremos es que el LED brille con mayor o menor intensidad en función del oscilador. Esta luminosidad variable se transformará en un valor de resistencia variable gracias al LDR (Light-dependent resistor; o resistencia dependiente de la luz, literalmente). El valor de esta resistencia será el que, acoplado al circuito de audio, modulará el volumen.
Los parámetros que marcarán el sonido del trémolo son, fundamentalmente, la velocidad y la profundidad. Si nos fijamos en la figura entenderemos sencillamente a qué hace referencia cada uno de ellos.
El primero de ellos nos indica la velocidad a la que se completa un ciclo completo de subida y bajada de volumen. La velocidad (speed) determina más que ningún otro parámetro la musicalidad del efecto, ya que si nos situamos en los extremos (velocidades muy bajas o muy elevadas) obtenemos sonidos alejados de la naturalidad de la guitarra. Sin embargo, eso no significa ni mucho menos que no sean utilizables. En la zona intermedia de velocidad podemos emplear multitud de recursos para matizar nuestro sonido. Es muy habitual utilizar una velocidad similar al tempo del tema (o múltiplo de este) aunque en el trémolo no suele ser crítico que la coincidencia sea perfecta, como podría ocurrir cuando empleamos un delay con un carácter muy marcado. En la mayoría de ocasiones, simplemente utilizando velocidades intermedias y combinándola con la pulsación de la mano derecha, conseguimos el clásico efecto que elimina el ataque de la cuerda y proporciona una atmósfera cálida a la canción.
La profundidad o depth, en cambio, hace referencia al nivel de mezcla de la onda que genera el modulador con la señal de audio. A mayores niveles de mezcla, el efecto será mucho más intenso -de hecho, en algunos modelos a este parámetro se le denomina intensity– mientras que si la mezcla es baja, simplemente conseguiremos una sutil modulación del volumen.
Sin embargo, distintos modelos de pedales de trémolo emplean, en ocasiones, otro tipo de controles adicionales. Uno de los más comunes es un control de volumen. ¿Por qué ha de ser necesario un control de volumen si nuestro efecto lo que hace es precisamente modular el volumen? La propia naturaleza del trémolo hace que a primera vista (a primer oído sería más correcto) nos de la sensación de que el volumen disminuye. De hecho, disminuye… aunque también aumenta de forma cíclica. Para compensar esta sensación ciertos modelos permiten incrementar la ganancia del circuito que conduce la señal de audio. De esta forma, cuando el circuito está activo la señal se incrementa, compensando la sensación de caída de volumen.
Otros modelos permiten controlar de forma más precisa la forma de la onda que genera el oscilador. Así, puede variarse entre forma de onda triangular o cuadrada, que nos da oscilaciones más “dulces” o más “duras”, respectivamente. Según el modelo, podremos elegir entre uno de los dos tipos de onda con un switch o bien con un potenciómetro, lo que nos permitirá obtener oscilaciones intermedias
Conclusiones
El trémolo nos va a permitir aportar matices muy interesantes al sonido de la guitarra. Podremos emplearlo tanto en sonidos limpios -mucho más habitual- como en sonidos saturados, consiguiendo desde atmósferas inquietantes hasta sonoridades súmamente peculiares.
En la actualidad, aunque muchos músicos siguen prefiriendo la dinámica que aporta un trémolo incorporado en el circuito del propio amplificador, los modelos en formato pedal constituyen una alternativa lo suficientemente desarrollada como para probar a poner uno bajo nuestros pies y decidir. Y si no, como casi siempre, tenemos la alternativa de construir uno con nuestras propias manos aprovechando la multitud de recursos acerca del mundo DIY disponibles en la web. ¿Quién dijo miedo?
David Vie
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